La forma en la que gestionamos nuestras emociones influye en todas las áreas de nuestra vida:
  • En la relación que establecemos con nuestros hijos.
  • Cómo los educamos y les transmitimos valores.
  • La forma en la que vivimos la vida

 

Las emociones están relacionadas con los pensamientos. Los pensamientos hacen que nuestro cerebro genere determinadas sustancias.

Estas sustancias nos producen ciertas sensaciones. Se trata de las emociones. 

Cuando tenemos pensamientos positivos se generan endorfinas y serotonina, las hormonas del bienestar.  Nos hacen sentirnos muy bien.

Si tenemos pensamientos negativos, se genera cortisol, la hormona del estrés. El resultado es que nos sentimos mal.

Reconocer nuestras emociones, lo que sentimos, nos permite gestionarlas. Cuando sabemos hacerlo tenemos  Inteligencia Emocional

Las personas con inteligencia emocional son más felices.

Hoy te hablaré de la influencia de las emociones en nuestro modo de educar a los hijos. En la relación que establecemos con ellos. Los valores que adquieren. En el desarrollo de su inteligencia emocional.

Nuestra forma de educar depende de varios factores:

La educación que recibimos de nuestros padres:

Sus creencias, el modo de relacionarse con nosotros, las palabras que nos decían…. han influido en nuestra forma de ser.

De nuestras emociones:

Si somos optimistas, positivos, con seguridad tendremos más paciencia con los hijos. En consecuencia, nuestra relación con ellos será más fácil.

Cuando somos negativos, pesimistas,  les mostramos la parte más difícil de la vida y nos olvidamos de mostrarles que los retos pueden ser oportunidades.

Nuestra gestión de las emociones:

Enfados, tristezas, frustraciones … que sepamos regularlas o no, tiene un impacto enorme en los hijos pues actuamos y nos dirigimos a ellos influidos por las emociones.

El secreto para educar bien.

Educar bien implica que los hijos desarrollen inteligencia emocional, es decir, que adquieran capacidades para hacer frente a los retos de la vida:

  • Estrés.
  • Ansiedad.
  • Depresión.
  • Situaciones difíciles….

La inteligencia emocional se aprende en la familia.

 

Para que puedan aprender es necesario que los padres también las tengan. Nuestros hijos aprenden de nosotros. Somos el espejo donde se miran. Si somos personas tristes, posiblemente lo serán también. Los padres optimistas, enseñan a ver el lado bueno de las cosas, teniendo en cuenta lo malo.

Si cuando nos enfadamos les gritamos o somos agresivos, van a aprender a resolver los conflictos de la misma forma.

Todas las personas tenemos la capacidad de aprender a regular las emociones. Marián Rojas Estepé, (psiquiatra) nos dice:

«Se puede aprender a ser feliz». Qué debes hacer para educar bien.

 

Reflexionar sobre tu forma de ser:

– ¿Tienes poca paciencia con tu hijo y enseguida te enfadas?.

– Cuando te enfadas ¿qué haces?:

-¿Gritas y pierdes los nervios?.

-¿Dices cosas hirientes de las que te arrepientes más tarde?.

-¿Empleas el castigo físico cuando se porta mal?.

-¿Tienes estrés y saltas por cualquier cosa?.

-¿Sueles ver antes el lado malo de las cosas antes que el bueno?.

-¿Eres feliz?.

Esta reflexión te ayudará a darte cuenta de las cosas que debes cambiar. 

Reconocer tus emociones:

Darte cuenta de lo que sientes, del por qué de tu forma de actuar, es la única forma de cambiar. Si reconoces que pierdes los nervios cuando te enfadas, no regañes a tu hijo inmediatamente:

Espera unos segundos. Respira tranquilamente. De este modo te enfriarás un poco y podrás regañarle en su justa medida. Piensa si lo que ha hecho es tan grave como te ha parecido de entrada.

En caso de reconocer que te centras más en lo negativo que en lo positivo, reflexiona sobre los mensajes que le transmites.

¿Le anticipas el fracaso en lugar del éxito?.

3º Poner en práctica las estrategias que te indico a continuación:

Hoy veremos:

Cómo aprender a regular la ira.

Qué hacer cuando los enfados se nos desmadran.

La familia de la ira incluye: Rabia. Enfado. Rencor. Odio. Furia. Indignación. Exasperación. Tensión. Irritabilidad. Violencia. Celos. Impotencia. Envidia.

(Bisquerra, 2011. Pag.105)

Bisquerra, (2011) nos dice que la ira puede desencadenarse cuando:

– Las cosas no suceden como queremos.

– Cuando pensamos que nos están tratando de manera injusta.

Se trata de una de las emociones más frecuente.

Podemos aprender a regularla. Si eres una persona impulsiva, posiblemente te resultará difícil controlar los enfados.

Puedes decir cosas hirientes, mostrarte agresivo incluso. Si este es tu caso, puedes hacer varias cosas:

  • No actúes inmediatamente. Aléjate de la situación o de la persona que te ha enfadado. De este modo tu emoción irá perdiendo fuerza. Podrás ver la situación con más objetividad.
  • Intenta relajarte. Respirar tranquilamente te ayudará. Cuando estés más tranquilo podrás  decir lo que sientes.

Si te resulta difícil controlar tus emociones, recuerda que eres el modelo de tu hijo o hija. Va a aprender a resolver las situaciones viendo como las resuelves tú.

  • Meditar te ayudará. Poco a poco irás reconociendo tus emociones.
  • Aprender a ser asertivo. La asertividad implica ser capaz de expresar las opiniones, ideas y sentimientos sin que nuestras palabras hagan daño. Las personas poco asertivas no se atreven a decir lo que piensan.

Tragarse las cosas les hace sentirse pisoteadas. Sin embargo ante situaciones que consideran injustas, sus enfados se descontrolan.

El resultado es que sus palabras son hirientes. La consecuencia: Malas relaciones con los demás.

Cómo aprender a ser asertivo.

 

1º. Reflexiona sobre la situación. De este modo tendrás claro qué te ha hecho sentirte mal.

2º. Expón tu queja. Dile a la persona cómo te sientes. Cómo te gustaría que te hubiese tratado.

3º No asumas que la otra persona sabe lo que sientes. Recuerda: no te lee la mente.

4º. Intenta cambiar tu forma de expresarte:

En lugar de decir: «Me has tratado muy mal». Puedes decir: «Me duele la forma en que me has tratado estos días».

No expongas únicamente la situación. Debes dejar claro lo que quieres.

6º Sé lo más concreto posible. Limítate a los hechos, no a tus conclusiones.

7º Habla de los beneficios para los dos que supone arreglar la situación. Por ejemplo:

Si te has enfadado con tu pareja, puedes decir: Si lo hablamos tranquilamente, los dos seremos más felices.

8º Cuida tu lenguaje corporal. 

Cuando intentamos ser asertivos, solemos hablar mirando hacia a abajo, empequeñeciéndonos.

Habla mirando a la otra persona de frente. Si puedes, a los ojos. Te sentirás mejor.

La otra persona será más receptiva.

Hoy terminamos aquí. Deseo que te este artículo te haya resultado útil.

Si deseas ponerlo en práctica y te surgen dudas, no dejes de escribirme.

Puedes hacerlo desde la sección de Contacta o en los Comentarios. Estaré encantada de ayudarte.

 

Fuentes Utilizadas:

Bisquerra, R. (2011). Educación emocional. Bilbao: Desclée de Brouwer

Rojas,M, (2018). Cómo hacer que te pasen cosas buenas. Barcelona. Espasa Libros S.L.U

Autora: Inés Hijosa Lorenzo 

 

Licenciada en Ciencias de la Educación, (Pedagogía)

Máster en Psicopatología del Lenguaje.

Máster en Educación Superior

Colegiada nº: 47699

correo:mihijosa@gmail.com

telf: 607265044